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La crisis bancaria, marcada principalmente por la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) como consecuencia de la funesta gestión de su balance y el desplome de Crédit Suisse, entidad adquirida por su rival UBS, provocó un fuerte retroceso del sector financiero y, de manera más general, del conjunto de valores cíclicos desde principios de mes.

Los inversores temían un sustancial deterioro de las perspectivas económicas, lo que a su vez lastraría inevitablemente los beneficios empresariales, sobre todo en los sectores más sensibles a la coyuntura. La pronunciada caída del precio de las materias primas (el precio del barril de petróleo ha cedido más de un 10% desde el estallido de la crisis) también refleja los temores de recesión.

¿Un posible cambio de la política monetaria en el horizonte?

Esta crisis bancaria también ha provocado considerables perturbaciones en los mercados monetarios y de renta fija. Las previsiones sobre la trayectoria de los tipos oficiales de la Reserva Federal (que aumentaron ayer en un 0,25%) se revisaron significativamente a la baja. Los mercados apuntan ahora a que los tipos culminarán en un nivel ligeramente por debajo del 5% (frente al 5,5% que descontaban antes del descalabro de SVB) y a que el primer recorte de tipos se producirá al inicio del segundo semestre. Los tipos a largo plazo también muestran una tendencia claramente bajista: los tipos estadounidenses a 10 y 30 años han retrocedido entre 40 y 50 puntos básicos desde su máximo reciente.

Temores sobre la economía

Este retroceso observado en todo el espectro de la curva puede parecer exagerado, aunque también refleja los temores en torno a las consecuencias negativas de estas turbulencias bancarias en la coyuntura. Las condiciones para la concesión de préstamos (y, de manera más general, las condiciones financieras) podrían endurecerse de forma notoria, lo que contribuiría a debilitar una economía de por sí frágil. Los bancos centrales se enfrentan a una ardua tarea, puesto que la inflación todavía sigue desbocada.

La inflación, principal prioridad en la zona euro

En la zona euro, la inflación subyacente (que excluye la energía, la alimentación, el alcohol y el tabaco) siguió creciendo a lo largo del mes pasado (5,6% interanual en febrero). En este entorno, el BCE subió los principales tipos oficiales en un 0,5%, lo que catapultó el tipo de refinanciación hasta el 3,5%, su nivel más elevado desde 2008. No obstante, la autoridad monetaria europea no se comprometió ni a subir ni a bajar los tipos de interés en el futuro, con el fin de darse tiempo para evaluar los riesgos que se ciernen sobre el sistema financiero europeo y la evolución de los datos macroeconómicos.

Los bancos centrales, al rescate del sistema financiero

En este caótico contexto, los bancos centrales reaccionaron sin demora para evitar un fenómeno de contagio similar al observado durante la gran crisis financiera de 2008. Las autoridades monetarias proporcionaron rápidamente la liquidez necesaria a las instituciones debilitadas por el éxodo de depósitos, en un esfuerzo de preservación y estabilización del sistema bancario en su conjunto. El recurso masivo a estas medidas de ayuda de emergencia ilustra la importancia del enfoque pragmático adoptado por las autoridades.

Privilegiar un enfoque prudente y los activos de calidad

El aumento significativo de la aversión al riesgo y las crecientes inquietudes en torno al ciclo económico abogan por un enfoque basado en la prudencia. En este sentido, apostar exclusivamente por activos de calidad nos parece más indispensable que nunca. Además, el estilo «calidad» vuelve a irrumpir con fuerza, como pone de manifiesto la clara rentabilidad superior con respecto al estilo «valor» desde principios de año, lo que le ha permitido eliminar parte del rezago registrado en 2022.

Damien Petit, Director Comercial de Banca Privada, Banque de Luxembourg