Creciente desconfianza respecto de los activos estadounidenses
El excepcionalismo estadounidense corre peligro. El brutal incremento de los aranceles y la imprevisibilidad de la política económica de la administración Trump suponen una rémora para la revalorización de los activos del gigante americano.
La subida de los aranceles en Estados Unidos, brutal y mucho más dura de lo previsto, no tiene parangón en la historia económica. El tipo del arancel medio estadounidense, multiplicado por un factor del orden de 10, es, a partir de ahora, el más elevado desde hace más de un siglo. Situado cerca del 150%, el tipo que se aplica a las importaciones chinas constituye un embargo «de facto», insostenible en el tiempo, a la segunda mayor potencia económica mundial.
Este regreso a la política ultraproteccionista al otro lado del charco pone fin a un dilatado periodo caracterizado por una globalización cada vez mayor de los intercambios que ha favorecido la dinámica económica mundial.
Ambiciones económicas de implementación complejas
Los objetivos que persigue la economía estadounidense son evidentes: una «reindustrialización» de Estados Unidos por medio de la repatriación de actividades a territorio nacional, una corrección de los déficits comerciales estadounidenses gracias a un aumento de las exportaciones y una reducción de las importaciones, así como la generación de ingresos que permitirá una reducción de la fiscalidad.
No obstante, estos objetivos solo podrían conseguirse (en el mejor de los casos) a largo plazo, es decir, estaríamos hablando de años. Por ejemplo, para la repatriación de las cadenas de producción a territorio nacional se necesitan inversiones de gran magnitud imposibles de realizar de inmediato. Asimismo, la rentabilidad de esas inversiones podría revelarse insuficiente. Además, los costes de producción aumentarán ineludiblemente y los precios finales de los bienes también subirán de forma notable, lo que podría frenar la demanda de los consumidores y los márgenes de las empresas. Los beneficios a largo plazo de esta política proteccionista en la economía estadounidense parecen bastante imprevisibles. A corto plazo, sin embargo, las primeras consecuencias ya pueden observarse y, como era de esperar, han sido muy negativas.
Primeros impactos en los indicadores de confianza
Los indicadores de confianza muestran un claro retroceso, tanto por lo que respecta a las empresas como al consumidor nacional, que constituye el motor de la economía. Además, este último prevé un brusco aumento de los precios a 12 meses vista hasta un nivel inaudito desde el principio de la década de 1980.
Es importante recordar que, en Estados Unidos, alrededor del 40% del gasto procede del 20% de los consumidores con las rentas más altas. Con la reciente corrección de los mercados (en comparación con la cota más elevada alcanzada a mediados de febrero, el S&P 500 ha perdido prácticamente un 20% en moneda local), este segmento de consumidores adinerados se verá penalizado en adelante por unos efectos negativos sobre la riqueza. Asimismo, los hogares menos favorecidos han agotado el excedente de ahorros acumulado durante la pandemia.
Fuente: Universidad de Michigan, Banque de Luxembourg
Fuente: Universidad de Michigan, Banque de Luxembourg
Más sorprendente e inquietante que el retroceso de los mercados bursátiles es el claro avance de los tipos a largo plazo de principios de abril. Se trata de un fuerte aviso para la administración estadounidense, que se enfrenta a unas finanzas públicas muy deterioradas y que se ha visto llamada al orden por el mercado de renta fija. El dólar también se ha depreciado con creces, y las duras críticas del presidente Trump a la política monetaria aplicada por la Reserva Federal y el deseo de sustituir a su presidente, Jerome Powell, hacen temer una pérdida de independencia del banco central de EE. UU.
Presionado por los mercados, Donald Trump se ha visto obligado a reaccionar y ha anunciado una suspensión de los aranceles recíprocos (con la notable excepción de China) durante un breve periodo de 90 días. Un primer cambio de opinión con vistas a dejar algo de tiempo para las negociaciones bilaterales y, sobre todo, tranquilizar a los mercados. Estuvo seguido de otros, entre los que destaca la exención de aranceles recíprocos sobre bienes electrónicos como los ordenadores y los teléfonos móviles, con lo que los aranceles sobre estos productos procedentes de China se situaron en el 20%.
Reacción de China subestimada
El presidente Trump subestimó la reacción de China: las autoridades del país también anunciaron varios aumentos sucesivos de los derechos aduaneros sobre los productos estadounidenses hasta situar el tipo en un prohibitivo 125%.
La administración estadounidense parece infravalorar la capacidad de resistencia del tigre asiático. Las importaciones chinas de Estados Unidos representan alrededor de 450.000 millones de USD, es decir, en torno al 13% de las importaciones totales y un 1,5% del PIB estadounidense. Además, una gran parte de esas importaciones es difícilmente sustituible a corto plazo, en particular en el caso de la electrónica y la tecnología. Por el contrario, China lo tiene más fácil para acometer la reducción de su dependencia de las importaciones estadounidenses (que representaron un 13,4% de las importaciones totales del país en 2024 frente a más del 20% en 2016), sobre todo por lo que respecta a los productos agrícolas o la energía.
China también ha adoptado medidas de represalia no relacionadas con los aranceles, como la suspensión de las exportaciones de varias clases de tierras raras, componentes esenciales para numerosos sectores de la economía estadounidense (defensa, tecnología, etc.). Además, es muy probable que el rechazo de las grandes marcas estadounidenses por parte de los consumidores chinos lastre las ventas de muchas multinacionales del otro lado del charco. Por último, China dispone también de la posibilidad de relajar todavía más su política fiscal con vistas a favorecer el consumo interno.
En conclusión, la guerra comercial emprendida por la nueva administración Trump debería frenar sensiblemente el crecimiento mundial y provocar un aumento temporal de la inflación. No puede excluirse una recesión en Estados Unidos. Cuanto más se tarde en alcanzar acuerdos bilaterales con los principales socios, en particular con China, mayor será el daño económico. Aunque Estados Unidos sigue disponiendo de ventajas competitivas importantes en los planos tecnológico, energético e incluso militar, este brutal regreso a una política proteccionista podría poner en entredicho la credibilidad del país como socio comercial fiable.
Damien Petit, Director Comercial de Banca Privada
Banque de Luxembourg