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En un artículo publicado en julio de 2021 en "Innovaspain", Juan Carlos Durán, asesor de banca privada para España de Banque de Luxembourg, analiza los diferentes enfoques de la gestión sostenible.

En un contexto en el que urge el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como elemento diferencial europeo para mejorar la competitividad y alcanzar las metas fijadas en la Agenda 2030, el papel de las finanzas sostenibles gana importancia. Desde su posición de fortaleza, el sistema financiero luxemburgués ha consolidado la solidez de sus herramientas: desde un ecosistema de fondos que permite que el Gran Ducado sea el principal centro de fondos de inversión basados en criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) a nivel mundial, tanto por activos (21,2%) como por número de fondos (21,4%), hasta el papel pionero que sigue desempeñando el Luxembourg Green Exchange (LGX), con cerca del 50% de todos los bonos verdes cotizados.

Una robustez y un desarrollo que han sido ratificados recientemente por el Global Green Finance Index y que, tras al análisis profundo de 78 centros financieros, sitúa a Luxemburgo en la segunda posición de la UE y en el sexto lugar en todo el mundo. Asimismo, proyectos nacionales en marcha como el Marco de bonos de sostenibilidad y la Iniciativa de financiación sostenible de Luxemburgo seguirán garantizando que el Gran Ducado ejerza un papel central para garantizar que el futuro de las finanzas sea sostenible.

Ambos proyectos o iniciativas se ven respaldados, además, por factores endógenos como la estabilidad política e institucional de Luxemburgo —uno de los diez únicos países que cuenta con la calificación AAA, una tasa de desempleo por debajo del 6% y un crecimiento del PIB del 2,3%—; la solvencia del conjunto de su sistema bancario— Banque de Luxembourg dispone de un ratio de solvencia del 27,9%, frente al 11,8% de la media española—; y la posición innovadora del país, siempre a la vanguardia en ingeniería financiera.
Porque hacer lo correcto sin renunciar al potencial de crecimiento es posible,  la responsabilidad social corporativa (RSC) y las inversiones socialmente responsables (ISR) están ganando terreno entre los inversores tanto institucionales como minoristas. Presentamos algunas líneas o pautas para tomar decisiones fundadas ajustándose a estos principios.

Enfoques de gestión para una inversión sostenible

Se entiende como una inversión sostenible aquella con un enfoque a largo plazo que, según Eurosif (1), «combina el análisis fundamental y la participación activa con un análisis de los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo con el fin de lograr rentabilidades a largo plazo para los inversores y generar beneficios para la sociedad a través de iniciativas destinadas a influir en el comportamiento de las empresas».
Así, existen diferentes enfoques de gestión de carteras, que si bien pueden funcionar de manera independiente, no son exclusivos y suelen combinarse dentro de una misma cartera.

  • Exclusión. Representa, por lo general, el método más fácil para iniciar una estrategia responsable y sostenible; no exige un papel proactivo por parte del gestor, puesto que consiste en excluir los sectores o las actividades basándose en una serie de criterios. Estos criterios pueden ser normativos (p. ej.: el respeto de convenios internacionales) o vinculados a convicciones éticas y/o confesionales (p. ej.: la lucha contra las armas, el alcohol, la pornografía, etc.).
  • ASG. integra los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) en el proceso de análisis y selección de valores. Puede comenzar por la simple voluntad de reducir los riesgos ligados a estos factores (p. ej.: análisis de controversias y conductas indebidas de las empresas) hasta abarcar un planteamiento más exhaustivo de tipo «best-in-universe», donde solo las empresas con las máximas puntuaciones ASG se incluyen en las carteras.
  • Temático. Comprende estrategias centradas en un tema de inversión específico al tiempo que se tienen en cuenta, de manera más o menos estricta, los criterios ASG (p. ej.: gestión del agua, envejecimiento de la población, etc.).
  • Impacto. Pretende invertir en un proyecto que tiene un impacto cuantificable en la sociedad. Los dos instrumentos principales son los bonos verdes/sociales, que permiten financiar importantes proyectos públicos (p. ej.: parques eólicos), y las microfinanzas, que otorgan pequeños créditos a personas con rentas bajas para que puedan crear su propia empresa.

 

(1) www.eurosif.org, asociación destinada a la promoción de la inversión sostenible y responsable en Europa.


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Juan Carlos Durán
Asesor de banca privada